Generalmente, lo único que llegamos a escuchar concerniente a una prisión, son historias de horror, de abusos, injusticias y crimen. Pero de vez en cuando podemos enterarnos de proyectos como el de Jorge Cueto que, tras ingresar al penal de Puente Grande, Jalisco en 2012 y por pura ocurrencia y necesidad le pidió a uno de los tatuadores reclusos que le hiciera un dibujo en un pedazo de cuero que luego llevó con otro artesano para convertirlo en una bolsa donde pudiera guardar sus libros y otros objetos personales. Estos artesanos empezaron a pedirle más trabajo, que hiciera más objetos de cuero y Jorge hizo caso, acumulando varias piezas. Cuando salió de la cárcel se comprometió a seguir colaborando con alrededor de 40 personas y con apoyo de la Universidad Iberoamericana creó la fundación Proyecto de Arte Carcelario y la marca registrada Prison Art. Se asesoró con un diseñador de modas en Guadalajara para crear más modelos de bolsas y abrieron la primera tienda en San Miguel de Allende, a la que siguieron varias más en diversas ciudades de la República. Hoy tiene más de 200 colaboradores de varias prisiones del país que llegan a ganar mucho más que los custodios. Claro que para ser parte de Prison Art tienen que demostrar que un porcentaje importante del dinero será para sus familias. Ya venden sus productos en países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, España y Asia.