La frase sobre la destructora de mundos ha sido atribuida a Oppenheimer, pero fue extraída del texto sagrado hindú Bhagavad-Gita.
Mientras J. Robert Oppenheimer observaba con atención, sorpresa y miedo la primera detonación de un arma nuclear, el 16 de julio de 1945, a su mente acudió una frase: “Ahora me he convertido en la Muerte, la destructora de mundos”. Esta frase es una de las más conocidas del Bhagavad-Gita, texto sagrado hindú, y ha llegado a definir el papel de Oppenheimer como creador de la bomba atómica.
La historia de Oppenheimer, que se convirtió en una cinta dirigida por Christopher Nolan y protagonizada por Cillian Murphy en el papel del físico, es bien conocida: fue jefe del Laboratorio de Los Álamos, cuna del Proyecto Manhattan, durante la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo era construir un arma de destrucción masiva tan poderosa que hiciera que los japoneses y sus aliados se rindieran a los Estados Unidos. Por ello se le considera el “padre” de la bomba atómica.
La construcción de este objeto derivó en el bombardeo a Hiroshima y Nagasaki, provocando miles y miles de muertes en suelo japonés. Esto marcó en efecto el desenlace del conflicto armado… y también una polémica en torno al papel de Oppenheimer y la ética de su trabajo.
“Sabíamos que el mundo no volvería a ser el mismo”, recordaría más tarde. “Unos pocos rieron, otros lloraron, la mayoría guardó silencio”.
Su biografía dice que, después de la prueba nuclear Trinity en Los Álamos, Oppenheimer se volvió hacia el hinduismo, pues encontró en sus enseñanzas una filosofía útil en torno a la cual estructurar su vida. Si bien no se convirtió en hinduista, sí sintió un apego grande a sus ideas, las cuales le ayudaron a dar sentido a sus actos.
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El Bhagavad-Gita y la frase sobre la Muerte
El Bhagavad-Gita es un texto hindú de 700 versos, escrito en sánscrito, que se centra en el diálogo entre un gran príncipe guerrero, llamado Arjuna, y su auriga, el Señor Krishna, una encarnación de Vishnu.
Arjuna se siente desgraciado al enfrentar un ejército contrario en el que se encuentran algunos amigos y parientes. Pero Krishna le enseña una filosofía, o un sentido de la vida, que le permitirá cumplir sus deberes como guerrero, independientemente de sus preocupaciones personales.
Esto se conoce como el dharma, o deber sagrado. Es una de las cuatro lecciones clave del Bhagavad-Gita: el deseo o lujuria; la riqueza; el deseo de rectitud o dharma; y el estado final de liberación total, o moksha.
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Arjuna pide a Krishna que le revele su forma universal. Krishna accede, y se manifiesta como un ser sublime y aterrador de muchas bocas y ojos, tal y como dice el verso doce del Bhagavad-Gita. En el momento en el que la bomba de prueba detonó en el desierto de Nuevo México, la mente de Oppenheimer retomó la siguiente frase del Bhagavad-Gita, que se encuentra en el verso treinta y dos y que pronuncia Krishna: “Si el resplandor de mil soles estallara a la vez en el cielo, sería como el esplendor del poderoso. Ahora me he convertido en la Muerte, la destructora de mundos”.
Oppenheimer se veía a sí mismo como Arjuna, el príncipe y guerrero destinado a cumplir un deber inevitable. Una prueba terrible para un hombre que siempre tuvo pensamientos pacifistas.
Un enorme dilema histórico y espiritual
El dilema en el que se vio envuelto Oppenheimer el resto de su vida fue hasta qué punto las órdenes de cumplir un trabajo justifica la creación de un artefacto tan mortífero como la bomba atómica. Testigos presenciales del ensayo Trinity, contaron que Oppenheimer exclamó “it worked!” (¡ha funcionado!), al mismo tiempo que su semblante reflejaba alivio.
Once días después del bombardeo de Hiroshima, el 17 de agosto de 1945, el físico expresó al gobierno de EEUU su deseo de que las armas nucleares se prohibieran. Dos meses después confesó al presidente Harry S. Truman que sentía sangre en sus manos.
A pesar de que el hinduismo cree en el concepto de la vida y la muerte como una ilusión, Oppenheimer vivió pensando en el daño que la bomba causó en miles de personas. La sombra del acontecimiento pesó sobre sus hombros hasta su muerte a la edad de sesenta y dos años en Princeton, Nueva Jersey, el 18 de febrero de 1967.
Oppenheimer, la vida del padre de la bomba atómica, se estrena el 20 de julio en salas de todo México.
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