Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer, día en que hace no menos de 90 años las mujeres levantaron su voz ante la sociedad para ser consideradas igual que los hombres y el 8 de marzo fue elegido como el día en que se rinde homenaje al movimiento en favor de los derechos de la mujer y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal.
Todas las mujeres somos un claro ejemplo de vida y fortaleza, pero muchas veces vamos perdiendo nuestro sentido y valor a lo largo del camino llamado vida, cosa que debería de ser al revés, ya que deberíamos de ir reforzando el valor de acuerdo a cada una de las lecciones y experiencias aprendidas.
Un claro ejemplo de fortaleza y valor femenino es la Princesa Leia Organa, muchos podrán decir que es sólo un personaje ficticio, pero en realidad es mucho más que eso, ya que cada una de las palabras y acciones que esta utilizaba repercutían en las consecuencias de cada una de las decisiones que tomaba.
Es un claro ejemplo de liberación femenina en todos los aspectos, por ello traemos las lecciones que Leia nos enseña y que toda mujer debemos practicar.
Una princesa no necesita ser rescatada
En las clásicas películas de Disney sobre princesas vemos que todas y cada una de ellas siempre tienen en la mente algún día encontrar el príncipe azul que llegue por ellas y las rescate del “castillo” en el que se encuentran encerradas, por decirlo de alguna manera, ya que llevan una vida que no es nada de su agrado y su única aspiración esa.
Leia nos enseña que a pesar de tener grandes adversidades en la vida una mujer siempre es capaz de salir adelante por si misma, por más oscuro que sea el camino siempre habrá una luz al final del túnel. Esto no quiere decir que recibir ayuda esté mal, sino que no siempre tendrás una mano amiga que te ayude a salir de tus conflictos y es ahí cuando debes de demostrar de qué estás hecha.
Ser princesa y dirigir una rebelión
Leia rompió esquemas, ya que no esperaba nada de nadie para ponerse en acción y todas las decisiones grandes ella las toma, de las cuales siempre asumía sus consecuencias fueran buenas o malas. Nunca perdía su compostura de princesa y al mismo tiempo lideró la Alianza Rebelde con la que al final triunfó. Era una líder nata.
Fortaleza ante la adversidad
Leía tuvo una vida difícil, ya que desde bebé perdió a sus padres y la obligaron a vivir separa de su hermano; aunque fue adoptada por el senador Preston Organa esta no era su verdadera familia. Tuvo que vivir con estas situaciones que destruirían a cualquiera, pero ella las asumió y decidió salir adelante en lugar de dejarse vencer.
El miedo no es un impedimento
Al estar involucrada en la Alianza Rebelde Leia tuvo que afrontar muchas cosas a las cuales les pudo haber temido, como el miedo de morir o no poder salir del lío que se encontraba, pero su determinación le enseñó que tener miedo no te lleva a nada, en lugar de progresar te va a detener.
Nunca hay que perder la humildad
A pesar de ser una princesa, Leia no se sentía más ni menos que cualquiera de los soldados, a todos los trataba con respeto y reconocía su trabajo, por ello se convirtió en general de la Alianza Rebelde. Además de que la “clase social” no debe de ser importante en ningún sentido, sino nunca hubiera conocido al que fue el amor de su vida hasta el día de su muerte.
Una derrota no define quién eres
Sabemos que caer es difícil, pero reconocerlo lo es aún más, pero eso no define quién eres, lo determina las veces que seas capaz de levantarte y seguir luchando para conseguir tu objetivo. Tal como lo hizo en cada uno de los enfrentamientos que tuvo con el Imperio.
No es necesario un príncipe para ser feliz
Antes se creía que la mujer nacía y era criada para casarse, tener hijos y cuidar de su hogar, un grandísimo error, ya que una mujer no debe de ser valorada por si tiene un hombre en su vida o no. Leia nos enseñó que ella tenía muchas capacidades para gobernar y dirigir una rebelión sola, en ningún momento demostró que le hacía falta un hombre a su lado para lograrlo. Si en el camino se encuentra a la pareja idónea será para que se complementen, no para gobernar sobre el otro.
El papel de la mujer nunca es servirle a un hombre ni viceversa, cada uno debe de ser la compañía y el apoyo del otro.