La trama de The Wicker Man se basa en el sobresaliente guion de Anthony Shaffer, que a su vez es una adaptación de la novela Ritual, de David Pinner, publicada en 1967.
En el cine de terror hay muchas obras que destacan por su intensidad y singularidad, pero pocas de ellas se convierten en piedras angulares de todo un subgénero, en este caso del folk horror, como lo ha hecho The Wicker Man, una película dirigida por Robin Hardy y estrenada en 1973.
Este filme ocupa un lugar privilegiado en la historia del horror, y ha dejado una huella indeleble en el subgénero del folk horror, donde la conexión entre lo ancestral, lo rural y lo misterioso se convierte en un elemento central de esta clase de historias.
Su trama se basa en el sobresaliente guion de Anthony Shaffer, que a su vez es una adaptación de la novela Ritual, de David Pinner, publicada en 1967.
Un sargento en busca de respuestas en un extraño lugar
La trama sigue al sargento Neil Howie, interpretado por Edward Woodward, quien viaja a la isla ficticia de Summerisle para investigar la desaparición de una niña. A medida que explora la comunidad aparentemente idílica, Howie descubre prácticas paganas y rituales que desafían sus creencias cristianas.
La tensión de The Wicker Man crece a medida que Howie se adentra en un mundo de supersticiones, canciones folklóricas y cultos paganos liderados por Lord Summerisle, encarnado por el legendario Christopher Lee, quien ofrece una de sus actuaciones más recordadas en su larga filmografía.
El choque de creencias, la llegada de un forastero a un lugar cuyas creencias no comprende, y un collage alucinante de diálogos e imágenes poderosas son el eje central de esta cinta catalogada como el máximo y mejor ejemplo de folk horror de todos los tiempos.
Más allá de la religión y las convenciones sociales
The Wicker Man es mucho más que una simple película de horror; es una crítica a la religión organizada, el fanatismo y una exploración de la tensión entre el cristianismo y las antiguas tradiciones paganas.
La isla de Summerisle se convierte en un microcosmos donde las creencias ancestrales desafían la llegada del cristianismo, lo que crea un conflicto entre lo nuevo y lo antiguo, que son los elementos casi siempre comunes en toda película de folk horror, además de los ambientes campestres, lúgubres y alejados de la civilización.
Nada sería lo mismo sin la presencia del gran Christopher Lee. En una entrevista de 2005 con Total Film, Lee se refirió a The Wicker Man como “una de las grandes películas de culto de todos los tiempos” y “la mejor película que he hecho”.
La gran presencia de un Christopher Lee magnético
La película destaca también por la presencia magnética de Christopher Lee como Lord Summerisle. Con su carisma innegable, Lee infunde al personaje una mezcla única de encanto, maldad y enfermedad espiritual.
En The Wicker Man demuestra su versatilidad como actor. El propio Lee dijo sobre esta película que, antes de interpretar a Saruman en El Señor de los Anillos, The Wicker Man era la película por la que más gente le preguntaba.
El propio Lee hizo labor de promoción para esta cinta en la que nadie creía. El estudio de producción detrás de la película, British Lion Films, no tenía fe en ella, a tal grado que ni siquiera organizó una función de prensa para la película.
Cuando finalmente se estrenó, Lee se puso en contacto con todos los críticos de cine que conocía, pidiéndoles que vieran la película. Incluso ofreció pagarles las entradas (su generosidad resultó innecesaria; todos los críticos que aceptaron pagaron su propio boleto).
Como contó en el documental de 2001 The Wicker Man Enigma:
“No me han pagado nada. Se lo repito a la gente y no se creen que sea verdad. Tengo el contrato para demostrarlo. De todos modos, a veces uno hace las cosas por amor… Si me hubieran pagado mis honorarios normales -y a todos los demás sus honorarios normales- no habrían podido hacer la película”.
Un clásico del folk horror que nos hace arder de emoción y miedo
Aunque los dioses del cine no le sonrieron a la cinta de Robin Hardy cuando se estrenó en 1973 con críticas desiguales y cines semivacíos, en los últimos 50 años se la ha aclamado como un clásico definitivo. Originalmente se estrenó en una sesión doble con otra joya del terror: Don’t Look Now, del legendario cineasta Nicolas Roeg.
La película evita los tropos convencionales del género, optando por la construcción lenta y la tensión psicológica sobre los sustos fáciles. Si todavía no la has visto, debes hacerte un espacio para sintonizar esta extraña película. Después de verla te preguntarás que habías estado haciendo todo este tiempo en tu vida.