Deadly Prey Gallery nació en 2012 y se dedica a difundir el arte de estos artistas ghaneses, cuya historia data desde los años 80.
Quienes amamos el cine con todas nuestras fuerzas valoramos mucho el arte que se hace en los carteles promocionales de las películas. Existen carteles hermosos y míticos que datan de la era en la que se hacían a mano. Hoy, en su mayor parte, se hacen en formato digital, lo cual también tiene un gran mérito. Pero no hay nada que se le pueda comparar a lo que exhibe Deadly Prey Gallery.
Se trata de una galería de arte itinerante afincada en Chicago, pero que tiene raíces vinculadas a Accra, en Ghana. Su objetivo es difundir, preservar y apoyar a la comunidad de pintores ghaneses dedicados a la profesión de pintar carteles de películas.
La asociación Deadly Prey Gallery alberga más de 1.000 carteles que hacen un recuento de los 30 años de historia que acumuló la profesión de la confección de carteles en Ghana. Brian Chankin, propietario de un videoclub en Chicago, también es un experto en cine oscuro, clásico y under.
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Cuando tenía su videoclub, llamado Odd Obsession Movies, Chankin comenzó a decorar sus paredes con los carteles de cine ghaneses. Poco tiempo después, Chankin entró en contacto con Robert Kofi, un hombre que conocía bastante bien la industria de los artistas de carteles de cine en Ghana durante los años 90.
Como resultado de ello, Deadly Prey Gallery nació en 2012 y desde entonces se dedica a difundir el arte de estos artistas ghaneses, cuya historia data desde los años 80.
Los pintores ghaneses de carteles de cine: una historia peculiar
A finales de la década de 1980, surgieron cines ambulantes en Ghana, los cuales visitaban pueblos alejados en donde no había salas de cine ni luz eléctrica. Los dueños de esos videoclubes llevaban una televisión, una grabadora, cintas VHS y un generador de luz portátil con el que recorrían la nación y ofrecían funciones de cine en diferentes lugares.
En estos espacios se veía de todo: desde películas clásicas de terror hasta cintas de acción estadounidenses y mucho cine surgido de Bollywood. No faltaban las producciones asiáticas de artes marciales. Asimismo, fue un espacio para que cineastas ghaneses y nigerianos pudieran proyectar sus películas.
Pero se necesitaba publicidad para esos eventos, por lo que los proyeccionistas acudían a artistas locales para encargar carteles de las películas que proyectaban. De esta manera, pintores locales se ganaban la vida fabricando estos carteles, ya sea imitando los diseños originales, o haciendo creaciones totalmente propias.
Los pintores de carteles de cine ghaneses se tomaban ciertas libertades porque no conocían las películas. El artista representaba lo que el operador de video le decía o mostraba. Algunos de estos carteles se colocaban en el exterior de los cines de las principales ciudades ghanesas, como Accra y Kumasi. Sin embargo, en su mayoría estaban destinados a los cines ambulantes que llegaban a las provincias más pobres.
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Estos carteles destacan por explotar aspectos como el sexo, el terror o la violencia para que llamara la atención de la audiencia. Otro dato curioso respecto a estos carteles ghaneses de cine es que los pintores utilizaban sacos de harina como lienzo, lo que también provocó que muchos carteles se desgastaran y no sobrevivieran el paso del tiempo.
Tristemente, las funciones de cine ambulante y la fabricación de carteles sucumbieron a la llegada del acceso sencillo a películas, además de que el uso de la imprenta se abarató, por lo que era más sencillo encargar la impresión de un cartel que mandarlo a hacer a mano.
Hay que reconocer que muchos carteles rescatados por Dead Prey Gallery son verdaderas joyas de la creatividad. No hay duda de que el arte de hacer carteles de películas requería un ardo esfuerzo y una capacidad creadora muy grande para plasmar la idea de una cinta en un lienzo.
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