“Un hombre tiene que ser lo que es, Joey. No se rompen moldes. Lo intenté, pero no resultó. Joey, cuando uno ha matado, no se puede echar para atrás. Equivocado o no, es una marca. Y una marca no se borra. Ve a casa con tu madre y dile que todo está bien. Que ya no hay pistoleros en el valle…”
Logan, película de James Mangold que marcó el cierre del ciclo de Hugh Jackman como Wolverine, ha sido nominada en la categoría de Mejor guión adaptado. Esta es la primera vez que una película basada en un cómic recibe dicho honor. La cinta no sólo fue aclamada por los lectores de los cómics, pues la crítica especializada y la audiencia en general mostraron gusto por el filme, uno de los más exitosos del 2017.
Pero, ¿por qué esta cinta merece ganar contra sus rivales nominadas? Por una sencilla razón: Logan vino a reinventar el sub género de superhéroes en el cine.
Durante más de 15 años hemos sido partícipes de una nueva era en el cine. Los superhéroes se han vuelto los protagonistas de los principales éxitos taquilleros: desde el Spider-Man de Raimi, pasando por el inicio del MCU hasta los Avengers, esta clase de películas se han mantenido en la cumbre de su éxito.
Sin embargo, cada género del cine tiene su propio ciclo de vida: algunos mueren antes de tiempo y otros duran lo suficiente para hartar al espectador. En algunas ocasiones especiales, antes de su decadencia o del hartazgo, estos géneros se reinventan a sí mismos. James Mangold dio una respuesta al hastío de la audiencia con la cinta Logan. No había mejor manera para cerrar este ciclo que cambiando por completo el género cinematográfico.
Para lograr el éxito de Logan, el director sabía que tenía que cambiar todos los aspectos familiares del género, pues al ser estos bien conocidos por la audiencia, la misma siempre iba a exigir más.
La auto sátira empleada en Logan –la cual no necesariamente debe ser infantil o graciosa, sino más bien irónica– le dio permiso a la historia de exagerar algunos recursos clásicos del género. Tomando como ejemplo las escenas en las que el acabado Wolverine es masacrado lentamente por un grupo de militares, el espectador esperaría a verlo enfrentarse sin piedad a sus contrincantes. El hecho de verlo desfallecer y fracasar una y otra vez roba ese aspecto familiar al que estamos tan acostumbrados.
Evocar a la nostalgia en el guión de Logan no era cosa difícil, menos al ser la última vez que veríamos a Hugh Jackman enfundado en el papel del mutante con las garras de adamantium. El hacer latente de sus relaciones del pasado y presente fue un movimiento clave a la hora de escribir la película. Este sería uno de los mayores logros del guión: tomar elementos conocidos de la serie Old Man Logan y, al mismo tiempo, adaptarlos a las historias ya conocidas en el cine del famoso mutante. En cuanto a la desmitologización del personaje, la trama de Logan toma rumbos tan oscuros y fatales en su paso por el arco del personaje que la justicia nunca es servida. El héroe no triunfa al final. Todo es caos y desesperanza hasta el punto de su fallecimiento.
Finalmente, cuando todos estos elementos disruptivos en una cinta del género convergen en el guión, llega una nueva forma de reafirmar el mito del héroe. Logan reafirma el mito no como algo real o palpable, sino como algo que deseamos creer: Mangold utiliza un género (western) para hacernos entender otro.
Utilizando sutiles referencias a clásicos del cine, a momentos del cómic y al mismo personaje, el guión de Logan demuestra que el género de superhéroes en el cine nunca morirá mientras haya cineastas detrás de estos personajes cambiando las nociones de lo que estas historias nos pueden contar.
Aunque no es un guión absolutamente perfecto, el mayor mérito en el guión de Logan es que otorgó lo que ninguna otra cinta de superhéroes ha hecho antes: un final. La película es la culminación del viaje de un personaje clave en la creación de esta nueva era en el cine moderno.
Wolverine nació, creció, triunfó y fracasó, y al final vivió completo su ciclo de cambio hasta el punto de encontrar la redención y, con ella, su muerte. No hay mayor mérito que eso.
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