Cuando los veinteañeros Joe Simon y Jack Kirby llegaron a DC Comics, ambos tenían muy claro por qué habían dejado a la competencia. Como lo declaró Simon a Doug Headline en 1984 (retomado en este artículo): “¡El dinero! Nos ofrecieron el doble! Y cuando llegamos allí, no sabían qué hacer con nosotros”.
Para su primera asignación, en lugar de contar con una creación completamente nueva, Simon y Kirby se ofrecieron a adoptar dos títulos.
Manhunter fue el primero, pero fue abandonado por ellos después de sólo ocho episodios para tomar lo que sería un éxito rotundo, The Sandman.
Para aclarar, este Sandman no es el famoso Morfeo de The Endless de Neil Gaiman. Tampoco fue el primer Sandman, un cazador de crímenes como The Shadow pero con una máscara de gas, que había estado de moda en 1941.
El Sandman que Simon y Kirby heredaron había sido presentado tres meses antes, en Adventure Comics # 69 (diciembre de 1941).
Era un superhéroe disfrazado estándar. Una imitación bastante flagrante de Batman, con su propio Robin, conocido como Sandy, el niño de oro.
Transforman a Sandman
Simon y Kirby lo cambiaron instantáneamente, inyectando gran parte del vigor y la imaginación que habían energizado a su dúo dinámico anterior, el Captain America y Bucky.
Volviendo a los años cuarenta, Joe y Jack idearon algunas novelas de suspenso bohemias, con esquemas criminales.
Al relacionarse con las raíces del folklore de Sandman, producen muchas variaciones sobre el sueño y los sueños, el insomnio o la narcolepsia, las pesadillas y las premoniciones.
Sus secuencias de fantasía son más ingeniosas, donde los héroes pueden entrar e interactuar con el mundo de los sueños.
Portada icónica
Aun así, casi desde el principio, la creatividad de Simon y Kirby elevó rápidamente la serie y crearon una de las portadas más grandes en Adventure Comics #84, la cual rompe la cuarta pared al hacer que Sandman señale al lector y grite “¡Nadie abandone esta revista… se ha cometido un crimen!”.
Lo repetimos, sin llegar a ser el Sandman de Neil Gaiman, el del Rey, contó con el sello que Jack Kirby le imprimió a todo su trabaja: gran calidad técnica y altas dosis de acción.