Before Watchmen: Rorschach, para mirar el vacío interior del vigilante

Before Watchmen: Rorschach es un escenario ideal para que el vigilante con espíritu de detective clásico encuentre identidad y resulte disfrutable

Por: Jesús Chavarría

DC Comics

Es cierto que quizás la serie Before Watchmen: Rorschach escrita por Brian Azzarello -Loveless, Joker- renuncia al discurso político y no aporta mucho al concepto en general al que pertenece -una de las obras más grandes del mundo de las viñetas-, pero vaya que lo hace en lo particular.

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Yendo hacia al interior del personaje que se convirtiera en una figura de culto, expone parte de sus mecanismos emocionales y la forma en que estos rebotan con su entorno, recrudeciendo la amargura enfermiza que alimenta su casi instintiva cruzada por encima de la ley, aferrándose al único indicio de sentido que le encuentra a su existencia, además de su clara visión con respecto a lo que es el bien y el mal.

Escapar de sí mismo

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Aquí los afanes de Walter Joseph Kovacs, quien se oculta bajo el nombre de Rorschach, por capturar a un gánster arrabalero que encuentra sus orígenes en la guerra de Vietnam y ostenta su dominio en las extrañas podridas de Nueva York, mientras un asesino en serie anda suelto, le llevan a situaciones de violencia en las que cae tantas veces como logra hacer pedazos a los criminales, intentando sumar a una cuenta que al final siempre arroja números rojos.

En cambio, en lo que sí gana es en verdades que dimensionan la cruel ironía de sus circunstancias, cuando desatiende las pequeñas acciones que le ofrecen un pequeño resquicio de redención, como se lo recuerda su breve charla con un taxista y lo evidencia su relación con una camarera, por correr al lado contrario para dar continuidad a su obsesión de castigador.

Algo que, cómo se lo escupen a la cara sus rivales, por momentos pareciera ser más la necesidad de usar una máscara para sentir que no es un simple perdedor o uno más de esa turba que en la primera oportunidad y bajo el cobijo del caos, saca a relucir lo peor de lo poco que le queda de humanidad.

La urbe imperdonable

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Todo esto como parte de una irresistible y calculada mezcla de los rasgos propios del cine negro, aludiendo a los rincones de los edificios, las cloacas, los callejones y las azoteas que hacen de la ciudad un mustio protagonista, con el estilo orgánico de Lee Bermejo -Global Frequency, Batman: Noël- que hace implosionar las acciones con un enorme sentido dramático, y así ofrecer llamativas visiones de una sociedad virulenta y destinada a la autodestrucción.

Un escenario ideal para que este vigilante con espíritu de detective clásico, deambule en un episodio que sin desaprovechar que le ofrece el estar ubicado en el universo Watchmen creado por Alan Moore y Dave Gibbons, por sí mismo encuentra identidad y resulta sumamente disfrutable.